Érase una vez un joven muy tímido el cual no se atrevía a bailar porque no sabía dar ni un paso para atrás y mucho menos hacia delante. El joven asistía a fiestas donde las personas bailaban y se divertían menos él, pues pensaba que era mejor quedarse sentado haciéndole compañía a la silla o parado en una esquina siendo amigo de la pared que atreverse a bailar y hacer el ridículo frente a los demás. El joven había crecido en una familia de esas que llaman “fiesteras”, adjetivo que se utiliza para describir a una familia que se pasaba haciendo fiestas en su casa donde el baile y la música no podían faltar.
Creció en un ambiente donde veía que todos bailaban. Si bailaban bien o bailaban mal para muchos eso era lo de menos, lo que importaba era atreverse y creerse que se estaban “botando”. Ya hubiera querido él por lo menos atreverse, pero el miedo y la vergüenza era tanta que aún yendo a una fiesta y viendo a la chica que le gustaba no era suficiente para acercarse a ella para entablar una conversación y mucho menos para sacarla a bailar. Es que él pensaba que si hubiera sabido bailar por lo menos tenía un pretexto para acercarse a la chica, tal como hacían sus amigos en esa época. Porque mira que algunos de sus amigos bailaban ”malo” pero por lo menos bailaban y se atrevían, y es que las chicas en ese momento valoraban más que el hombre se atreviera a sacarla a bailar que fijarse en si bailaban “bueno” o “malo”. Hoy en día es al revés, a las chicas les gusta que el hombre baile bien, no importa si es tan atractivo o no.
En conclusión, el joven con el pasar del tiempo tomó clases de baile, aprendió a bailar y se convirtió de una persona insegura a una persona segura en varios aspectos de la vida. El baile le ayudó a proyectarse mejor, mejorar su autoestima y ser reconocido considerablemente por el sexo opuesto. Hoy en día es todo un adulto que ya no se queda sentado en una fiesta haciéndole compañía a la silla, socializa más y ayuda a otros para que aprendan a bailar y no pasen lo que él pasó cuando no sabía bailar y la timidez lo arropaba.
Ah, y disfruta escribir esta columna buscando que otros se identifiquen con él y que sepan que la vida es solo una, por lo tanto hay que disfrutarla en cada momento, ya sea bailando, leyendo esta columna o simplemente realizando lo que te llena en la vida. Si no has hecho algo en la vida porque no te atreves, te invito a que te ATREVAS. Quizás el tren de la oportunidad no vuelva a pasar.
Escrito por: Jesús R. Álvarez, Colaborador de Salseros en Clave
Jesús R. Álvarez lleva alrededor de 4 años escribiendo para el periódico El Nuevo Día y 21 años en el campo del baile, sobresaliendo como maestro, bailarín y coreógrafo. En los últimos años se ha dedicado a la enseñanza en el arte de bailar Salsa como en otros bailes tropicales e internacionales, entiéndase: Tango, Chachachá, Hustle, Swing, entre otros. Actualmente tiene para la disposición de sus estudiantes 5 DVD’s para aprender a bailar Salsa y un CD Salsa conteo, además de un manual salsero con el mismo propósito didáctico. Pueden comunicarse con el autor al email: bailarte4@gmail.com
Redes Sociales:
Instagram- jesusbailarte
Twitter- @jesusbailarte
Facebook- bailando y contando